Tensión diplomática Londres-Moscú

LA pasada medianoche expiró el ultimátum lanzado el lunes por el Gobierno británico para que Rusia diera una explicación oficial sobre la utilización de un gas nervioso producido por la industria militar de la época soviética en el envenenamiento del excoronel del espionaje militar ruso Serguéi Skripal y de su hija Yulia el pasado día 4 en la localidad de Salisbury.

La respuesta rusa llegó mucho antes de concluir el plazo y consistió en un contraataque negando toda implicación en el suceso y exigiendo participar en su investigación. El titular ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, tras convocar al embajador británico, afirmó que Rusia responderá a la demanda cuando Gran Bretaña le entregue una muestra de la sustancia que supuestamente se utilizó y a lo que, según Lavrov, Londres se ha negado. Para Moscú, la exigencia británica es una provocación ante las presidenciales de este domingo y otro intento de “demonizar” a Rusia.

Estamos, pues, ante un nuevo episodio de crisis diplomática originada por el intento de eliminar a otro exespía ruso residente en territorio británico, como ya ocurrió en el 2006 con Alexánder Litvinenko, intoxicado con polonio y fallecido en la capital británica, y que el lunes vivió otro capítulo al hallarse en Londres el cuerpo sin vida del exiliado ruso Nikolái Glushkov, amigo del oligarca Borís Berezovski, muerto hace unos años. La premier Theresa May afirmó el lunes en los Comunes que era “altamente probable” que Rusia esté tras el envenenamiento de Skripal y de su hija –ambos en estado crítico–, y de ahí la exigencia a Moscú para que diera una explicación plausible sobre el uso de un gas nervioso fabricado en laboratorios rusos.

El margen de maniobra de May para imponer nuevas sanciones a Rusia es limitado si no quiere llegar a una situación peligrosa en las relaciones bilaterales que también afectaría a toda Europa y a Estados Unidos. Londres puede optar por expulsar personal diplomático ruso en Gran Bretaña –a lo que Moscú responderá con una medida similar– o puede dificultar la concesión de visados a ciudadanos rusos cercanos al Kremlin e incluso poner trabas económicas a los oligarcas rusos que tienen activos en la City. También podría sopesar retirar la licencia a la cadena de televisión Russia Today y lanzar un contraataque en la guerra cibernética, atacando websites rusas que elaboran fake news. Incluso podría considerar un cierto boicot a la Copa del Mundo de fútbol de este verano en Rusia, consistente en una presencia institucional de bajo nivel, pero descartando un boicot de la selección inglesa. La Unión Europea ha expresado su apoyo al Reino Unido, pero no es previsible que Bruselas se embarque en nuevas sanciones económicas contra Rusia. May dará a conocer hoy las sanciones en el Parlamento, pero difícilmente la sangre llegará al río.

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