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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europeísmo ibérico

Macron busca en Madrid y Lisboa aliados para reformar la UE

Pedro Sánchez, este jueves, en Moncloa, con Emmanuel Macron.
Pedro Sánchez, este jueves, en Moncloa, con Emmanuel Macron.JAVIER SORIANO (AFP)

Frente a la eurofobia creciente y la debilidad del Gobierno de Angela Merkel, Madrid y Lisboa presentan las mejores credenciales para aliarse con el europeísmo de Emmanuel Macron. La gira del presidente francés a España y Portugal se produce apenas dos meses después de la formación del Gobierno populista y euroescéptico italiano y recién cerrada la crisis alemana abierta por el ministro del Interior Horst Seehofer a cuenta de la inmigración. La ocasión de sumar al eje París-Berlín a los dos países ibéricos para reforzar los planes reformistas franceses se presenta hoy más oportuna que nunca. Ambos países del sur están superando la crisis que les obligó a pedir sendos rescates (bancario en el caso español) a Bruselas y hoy son modelo de europeísmo activo.

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En Portugal gobierna en coalición la izquierda que ha logrado acelerar el crecimiento económico y en España el Gobierno de Pedro Sánchez, cuyo primer viaje exterior fue justamente a París para verse con Macron, ha hecho alarde de sus posiciones integradoras y su apoyo al eje francoalemán, motor de la Unión Europea. Sánchez es de los que cree, además, que ir de la mano de Francia y Alemania en las políticas europeas siempre ha sido beneficioso para el proyecto y parece resuelto a terminar con la pasividad política de los anteriores gobiernos españoles en este terreno. Pasividad incomprensible por parte de uno de los cinco grandes de la UE al que tanto han beneficiado las políticas comunes.

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Aunar fuerzas con el sur se perfila como una necesidad urgente en un momento de especial dificultad. La crisis de los refugiados de 2015, que afectó principalmente al este, y de inmigrantes económicos después, que afectó especialmente a Italia, ha estallado con efecto retardado convirtiéndose en una de las más preocupantes amenazas de la construcción europea. Tanto Macron como Sánchez defienden la solidaridad en el reparto de los migrantes para mitigar la eurofobia y recuperar las señas de identidad de las políticas comunitarias. La propuesta de compensar financieramente el establecimiento de centros cerrados para inmigrantes es una primera muestra de la nueva cooperación entre París y Madrid.

La alianza de España y Portugal con el eje París-Berlín es vital, además, para poner en marcha la batería de reformas que propone Macron y que la canciller alemana está, en parte, dispuesta a acometer. Tanto la unión bancaria como la reforma del eurogrupo —que, por cierto, preside el portugués Mário Centeno— o profundizar en la Europa de la Defensa son propuestas interesantes por cuanto pueden equipar mejor a la Unión Europea frente a futuras crisis y frente a desafíos globales que pocos países pueden gestionar hoy en solitario.

La aportación ibérica debería ser esencial también para recuperar los valores europeos que el populismo y la ultraderecha cuestionan. En un contexto de mayorías conservadoras en Europa, la izquierda, presente también en el Gobierno de Macron, tiene la oportunidad de demostrar cuán importante ha sido y será su apuesta por la paz, el progreso y la solidaridad del bloque europeo.

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