Latineuropa
China y EE.UU se están disputando este territorio y sería absurdo que Europa no acabe estableciendo una estrategia de relaciones con unos países que social y culturalmente están mucho más cerca de nosotros, que de cualquiera de las dos potencias.
Rafael Vilasanjuan
Periodista
Esta semana Europa va a ser latina. Por un lado, inquietan las elecciones en España, por otro se recupera después la cumbre conjunta de mandatarios latinoamericanos y europeos tras casi una década. De España no preocupa tanto un cambio de gobierno de socialdemócratas a liberales, algo habitual en todos los países de la UE, lo que preocupa y de manera muy alarmante es una extrema derecha que contrapone el ultranacionalismo al proyecto común europeo. Sus socios ya gobiernan en Italia, pueden alcanzar el gobierno en Francia, subir alarmantemente en Alemania y están instalados en Hungría y Polonia. Si sumamos las simpatías pro-rusas en países como Bulgaria o Eslovaquia, la encrucijada europea con otra fuerza radical que cuestione las costuras del proyecto común desde uno de los grandes países de la Unión, es inquietante.
La cumbre con los líderes latinoamericanos, en cambio, tiene más de oportunidad que de riesgo. Con la mirada puesta en Rusia y la guerra en Ucrania, con el temor al control del Mediterráneo, con la alianza principal en el Atlántico Norte y la cooperación destinada principalmente a África, América latina ha quedado siempre relegada en la agenda. La presidencia española se fijó el objetivo de rescatar una relación que responde solo a sobresaltos, ya sea en forma de ciclones o presionando a autócratas y reaccionarios. El continente vive ahora mismo una deriva contraria a la europea, con gobiernos mirando a la izquierda, no exenta de populismos. Sin embargo, en América latina están buena parte de los recursos energéticos y medioambientales necesarios para hacer posible una transición ecológica. China y EE.UU se están disputando este territorio y sería absurdo que Europa no acabe estableciendo una estrategia de relaciones con unos países que social y culturalmente están mucho más cerca de nosotros, que de cualquiera de las dos potencias. La oportunidad en comercio, cooperación, justicia y cambio climático debería forzar una nueva relación estratégica. Ojalá esta semana se pueda dar el primero paso.
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