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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Más apoyo a Ucrania

Kiev necesita el respaldo material de Occidente para seguir resistiendo contra la agresión de Moscú

Volódimir Zelenski, en el puesto de mando del ejército ucranio en Jarkov.
Volódimir Zelenski, en el puesto de mando del ejército ucranio en Jarkov.AFP
El País

El conflicto de Gaza, con el inmenso sufrimiento humano que produce y los grandes riesgos geopolíticos que lleva asociados, está lógicamente acaparando mucha atención mediática y diplomática. La crisis en Oriente Próximo no debería, sin embargo, inducir a descuidar la guerra en Ucrania, donde el apoyo occidental es imprescindible para evitar que el agresor, Vladímir Putin, alcance la victoria. Valentía e ingenio no bastarán a los ucranios: siguen necesitando armas, entrenamiento, asesoramiento, financiación. Los aliados han dado hasta ahora una respuesta extraordinaria a la agresión de Rusia. Los suministros a Kiev han ido in crescendo y han facilitado una respuesta a la invasión que pocos creían posible.

La senda actual, con todo, no invita al optimismo. Mientras la contraofensiva de las fuerzas de Zelenski no ha logrado los resultados esperados, los esfuerzos para garantizar la futura financiación de EE UU y la UE a Ucrania afrontan serios obstáculos. En el primer caso, la iniciativa de la Administración de Biden es víctima del freno impuesto por un Partido Republicano cada vez más aislacionista y ensimismado. En Europa, Hungría sigue poniendo palos en las ruedas a la ayuda mientras en Polonia vemos cómo una sencilla protesta de transportistas bloquea el flujo de mercancías con la vecina Ucrania. En Países Bajos ha ganado las elecciones Geert Wilders, un ultra tibio en lo que concierne a la causa ucrania. Además, la entrega de municiones se desarrolla a un ritmo muy inferior al deseado: la UE solo ha proporcionado 300.000 del millón de piezas prometido en marzo pasado para el mismo mes del año que viene. Los objetivos, parece evidente, no se cumplirán.

Desde hace meses, la guerra se halla en una fase de desgaste, con escasos movimientos en el frente. Esta situación es insatisfactoria y no puede descartarse que vaya empeorando. Rusia ha sufrido una enorme erosión por los daños recibidos tanto en el campo militar como en el diplomático gracias a las sanciones, pero poco a poco ha reconstruido su capacidad bélica reorganizando su cadena de producción y llevando a cabo nuevos reclutamientos. Debilitar el apoyo a Kiev puede tener graves consecuencias.

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Ucrania merece ese apoyo, que además interesa a la Unión Europea para su futura ampliación. El país tiene serios problemas internos y, pese a los avances, debe fortalecer el tejido democrático frente a la corrupción. Pero esto no impide que, aquí y ahora, sea necesario mantener e incluso reforzar el apoyo financiero y militar a Kiev para que haga frente al Kremlin. Subestimar la capacidad rusa por sus fracasos iniciales sería un error gravísimo. La historia y el presente alertan de ese riesgo. La mera hipótesis de Putin ganando terreno hacia el Oeste y de Trump regresando a la Casa Blanca debería convencer a todos en la UE de seguir apuntalando el respaldo a Ucrania.

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